viernes, 1 de abril de 2011

Crítica - No cambió nada

  
Está ocurriendo lo mismo que en décadas pasadas, cuando como productor fonográfico con la anuencia de las grabadoras, hacía y deshacía a gusto y voluntad, siempre con ganancias “especiales” para las grabadoras y  para las arcas de la productora.
 En ese entonces, su cobertura política y comercial, le permitió contar con el miedo de los artistas que tenían en claro que si se enfrentaban, sería muy difícil volver a un estudio de grabación.
 Luego cazó el Teatro Argentino, adonde tampoco se vio algún atisbo de lucha a la par de músicos y artistas. Y tal vez por ello, Macri lo sumó para reconcentrar su asco por lo que pueda ser medianamente una opción para la gente.
 Las reformas del Teatro Colón, fueron un desastre arquitectónico, violación de toda lógica en el manejo del presupuesto; y de paso, disolvió todo cuanto funcionaba en uno de los entes más respetados del mundo de la música y la lírica internacional.
 Pero pareciera que eso no alcanza para ganarse definitivamente el amor de Macri, y por ello, ahora avanza sobre la estabilidad laboral de sus propios colegas, porque le guste o no, son sus colegas. Con más conocimientos, pero sus colegas.
 Lo cual, reafirma mi lucha de revalorizar y conseguir definitivamente una Ley Federal de Cultura.
 Esos entes, no pueden seguir en manos de los funcionarios políticos de municipios, comunas y gobernadores, tan groseramente ignorantes del significado del vocablo “Cultura”.
 La protección, mantenimiento, funcionamiento y control de estos entes (aunque sean autárquicos) debe estar en manos del país, del gobierno nacional a través de un Ministerio de Cultura.
 No podemos seguir rifando un capital imposible de volver a construir a partir de las miserables migajas de un bruto como Macri o sus parecidos en la política argentina.
 Así como se desvencijaron, rompieron, rifaron y sepultaron los cine-teatros del interior sin que nadie dijera nada, convirtiendo a los mismos en Iglesias, ahora parece que el Colón quieren lograrlo como un templo de imbéciles acomodados, aunque los mismos, no diferencien un Oboe de un caño de escapes de un auto.
 Los porteños -nuevos ricos del menemismo- tan brutos y sospechados como la familia Macri, están más que felices que se termine con la orquesta juvenil, porque son todos de La Campora. Hay que destruir las partituras de Aída de 1911, pues tiene notas musicales que la asemejan a La Marcha Peronista y los tenores que se traen, se parecen mucho a Hugo Del Carril. Y de última, sacarán la fuente homenaje a Norma Fontenla y José Neglia, porque –para ellos- representan una pose sexual.
 Cualquier estúpida relación que se haga con elucubraciones de verdaderos brutos como Michetti, Macri o Rodríguez Larreta, se toma a pie juntillas, como si fuera el teatro máximo, una casa de repuestos triangulados por el papá del miserable responsable de la ciudad capital.
 Caffi, no es distinto a estos sátrapas, es en realidad, el brazo ejecutor de cuanta tropelía se pueda hacer para que el teatro se convierta en un problema; y no, en un centro de estudio, entrenamiento y ejecución de un arte resguardado por todos los países del mundo.
 Si la discusión fuera retrotraer la función y filosofía para la cual fue creado el Colón, entonces veríamos con agrado la situación y hasta lucharíamos para poder sentarnos a discutir el tema. Pero, la intención es otra. Es la de destruir por destruir y nada más.
 Inaugurar una obra como la del teatro con riesgos ciertos para los artistas, es ser un maldito cobarde escudado tras el poder. Un corrupto de la actividad cultural y un irrespetuoso.
 Vieron?
 Nada cambió en las intenciones y formas de actuar del actual director del Teatro Colón, sigue siendo el mismo que cuando trabajaba a su supuesto riesgo como productor fonográfico.
 Siempre pensando como joder al artista, para que los garcas ganen.
 Y parece que los entupidos funcionarios en general, creen que lo está haciendo por inexperiencia o con buenas intenciones, aún equivocándose.
 No, lo hace porque es su esencia.

   

lunes, 17 de enero de 2011

Vaya bichando... Que le conviene


Ya estamos a tiro de las elecciones de 2011 y la factibilidad de contubernios es clara y contundente.
 En el interior, ya están apareciendo síntomas de armado de conflictos en contra del gobierno, que muestran claramente que las cosas no serán fáciles para el oficialismo, ni para la gente común.
 No le llame la atención, pues la coyuntura y lo que se pone en juego con estas elecciones son muy importantes como para que la oposición se preocupe de su salud adquisitiva.
 Ya hay intentos de pruebas con el simulado desabastecimiento de mercaderías y combustibles, algunas marcas de cigarros y verduras.
 La intención es esconder, desabastecer por algunos días y obligar a la suba tan complicada para los vecinos. El retorno de la mercadería a las góndolas de almacenes y supermercado, será con un veinte porciento o más en el precio, lo que les garantiza avalar la escalada inflacionaria de la que habla la oposición.
 Estos artilugios que solo perjudican a los que ellos dicen defender, son tan viejos como la política misma. Pero en este caso es tan grosero y miserable como estrategia, que realmente asombra la calidad de malditos con que se mueven.
 Aunque el gobierno oportunamente a denunciado este tipo de manejo, no alcanza para defender a quienes sentirán en sus bolsillos y platos esta vergonzante “estrategia política” de desgaste de la oposición.
 Las consecuencias inmediatas no serán visualizadas por los compradores, hasta tanto, no se llegue al extremo que suponemos llegará. Estamos frente a pules y macro mercados, que no se van quedar quietos esperando avancen las conquistas legitimas de los trabajadores. Ellos, necesitan que siga habiendo mano de obra barata y políticos que actúen como lo está haciendo la oposición, que gana por un lado con la política; y por el otro, también saca dinero, porque muchos de ellos son los dueños de estancias, mayoristas y productores industriales. , o de última, hacen de marionetas, pero cobran.
 Por cuanto querido compatriota, esté muy atento de la famosa muletilla de la inflación.
Porque para que haya estado inflacionario, debería depreciarse el peso a nivel internacional, deberíamos tener una balanza de comercialización en rojo y el riesgo país por las nubes, amén de algunas que otras cosas. Sin embargo, nuestro pesos se valúa con respecto a los demás y si no fuera porque el gobierno sale a comprar dólares al mercado, éste no llegaría a los $ 2,80.
 No crea cuando le digan que los insumos, costos y cuanta merde pongan como ejemplo para avalar aumentos. Haga lo que se está haciendo en mi casa.
 Aumentó, compro otra marca o prescindo del producto.
 La carne se fue por las nubes y en vez de comer todos los días carne de vaca, lo hago tres días a la semana, los demás, pescado, pollo y cerdo. Está bien, no hay grandes diferencias de costos, pero no les doy la guita a los malparidos intermediarios y lacra política que quieren chorearme.
 Como tipo común, solo me queda el recurso de hacer valer mi poca plata y lo hago. Ellos si pierden un millón de giles como yo, seguro no les gustará apoyar políticas que lo llevan a pérdidas, ni pagar imberbes para hacer política. De última, negocian con la CGT o el gobierno y pierden menos. Porque mi amigo, amiga: En ellos no existen lealtades, ni con el gobierno, ni contra de él.
 Si usted no les da el gusto, les reduce las ganancias y muestra que está firme, ya no van a embarcarse en estas jugadas. Nadie pone guita para que los demás gobiernen. Y eso lo saben muy bien, por eso tratan de golpear a este gobierno que lago hizo por los demás abajo. Están especulando con seguir teniendo la mayoría de las dos cámaras para socavar lo mucho que se podría hacer desde el gobierno, y que pareciera está dispuesto a hacerlo.
 De última, estimado convecino, de no lograr grandes cosas con este gobierno, no estaríamos tan a merced de los delincuentes como lo estaríamos si ganara la oposición. Cosa que en verdad, no creo que ocurra.
Pero...

jueves, 6 de enero de 2011

Para iniciar una nueva charla

Foto extraída de internet: www.123rf.com

Fuimos, mejor dicho, somos, el producto de una historia que dispuso de nosotros. No, lo que nosotros quisimos o hubiéramos soñado.
Por eso me exijo –y hago pública- una reflexión que nos de la posibilidad de cambiar la suerte de los que vienen pechando para entrar.
Y me digo, nuestra suerte no debe atar a la de los que vendrán como si fuera un sino. Debemos hacer el esfuerzo, imponernos la obligación de replantearnos un nuevo futuro. Y no estoy pensando en todos los habitantes de nuestro país, escribo pensando en los que sorteamos los cincuenta –y aunque vivimos un determinado país- no nos disculpa de asumir responsabilidades y gestar (o ayudar) a conseguir un nuevo horizonte para nuestros nietos.
Debemos hacer el esfuerzo para vencer las nimiedades y egoísmos con que siempre fundamentamos nuestros pequeños odios y envidias, para denostar, vituperar y acusar sin sentido crítico o de construcción. Desatarnos de las cadenas de juzgamientos rápidos y a ojos vistas, sin tener un mínimo de sentido común y de análisis meduloso sobre los involucrados.
Evitar por todos los medios, no caer en el facilismo aquel: “Para qué está el gobierno”.
El gobierno debe estar atado a las necesidades de los habitantes de país. Debe ser el espejo de nuestras ideas y el ejecutor de las mejoras para la mayoría. Nunca es para todos, siempre es para una mayoría.
Ningún país del mundo, por más adelantado que sea, deja de tener necesitados y pobres.
Los países que más atienden a sus habitantes y son los más ricos del planeta, deben doblar año a año sus esfuerzos, para contener con subsidios a los más necesitados, que son mínimos y jamás alcanzan para cubrir las necesidades de salud, estudios y habitad.
Las riquezas de un país son las comprobaciones más claras que las tecnificaciones compulsivas -sin preparación de los obreros- dejan, marginan a los humanos, arrojándolos a la subsistencia que responsabiliza al gobierno, cuando en realidad, esos parias son el producto de las empresas particulares.  
Nadie llega a la perfección en un gobierno.
Hay una muestra clara –nuestra, de muchos- que utilizamos la verdad implícita para evadir, violar, transgredir y disociar cualquier obligación, fundamentando esa actitud, con el facilismo: “Total, ellos roban y nadie les dice nada”.
Y la cosa no es así. Porque si lo fuera, su hija, sus hijos, harían “cosas” que total mis padres hacen… ¿No le parece?
Tampoco en este caso, existe la perfección, pero…
Un país no cambia, si no cambia la sociedad.
El gobierno puede lograr mejoras en la economía, fortalecer las instituciones, acentuar la democracia, ordenar el tránsito…
Lo que no puede, ni le dejamos la chance, es de educarnos como sociedad.
El gobierno, no puede hacer nada si usted cruza una plaza pisando el pasto, si cruza la calle por el lugar prohibido, si rompe, ensucia y roba los baños públicos, si no cuida a sus hijos, si no se preocupa por la instrucción de su prole…
Porque esas, son responsabilidades individuales; y aunque le impongan multas, si usted no quiere cambiar: No cambiará y seguirá dejando mensajes para sus hijos, vecinos y población erróneos o equivocados.
Y lo malo, es contagioso. Tan clara es la situación, que contagiosa es una enfermedad, por ejemplo. Por eso, debemos reconocer que estamos enfermos, que no caminamos las mismas sendas que la lógica obligaría a un pueblo dispuesto a cambiar su historia.
Por el contrario, hacemos lo imposible para convertirnos en el ser visible, capaz de no cumplir con nada y pedirlo todo.
Seguramente y a esta altura del escrito, ya hay quién no coincide porque deberá dejar de lado, muchas de esas “franquicias extras”, que la vida diaria le ofrece.
No hacer aportes sociales, guitarrear en vez de estudiar, cambiar situaciones para beneficiarse, estacionar donde no se puede, adelantarse en las colas, pisar los sueldos hasta el diez, acomodar su situación aunque perjudique a miles, despotricar contra el gobierno, aunque no tenga nada que ver…
Creernos el centro de las obligaciones gubernamentales, nos hace fanáticos opositores, no críticos lúcidos o predispuestos. Por tanto, somos factibles de ser cooptados por los discursos que hablan de las cosas que deseamos oír o que no mencionan a los problemas, y mucho menos, que nos digan que para lograr tal cosa, habrá que hacer tal esfuerzo.
“El ladrón que mata, hay que matarlo”. Esta frase recorrió el país y el mundo.
Salió de Argentina, eso sí, si el que cometió el delito es nuestro hijo, entonces, es culpa del gobierno que no da seguridad, buena educación y que sus políticas erráticas no pensaron en contener a “nuestro” hijo.
O peor, buscaremos la manera más a mano – no importa cual- para hacerlo zafar…
O no?
Entonces, como no estamos exentos de nada, tal lo está el gobierno…
¿No sería bueno, buscar la forma de cambiar nosotros?
En una de esas, las cosas que reclamamos y necesitamos, lleguen un poco más rápido.
No hablo de afiliarnos, participar activamente en política o cumplir la tarea de un héroe, solo hablo de mejorar nosotros, nada más o… Nada menos.

La idea central

Lograr establecer en un blog todo lo que le puede llegar a interesar al ciudadano/a común, es el sueño de todos.
Por tanto, quiero lograr que los argentinos tomemos conciencia, que existe una historia paralela, a la que se escribe desde los medios de comunicación que vemos y escuchamos día a día.
Trataremos de sumar especialistas, de reconocer en algún blog colega, notas y críticas que pueden dar un valor agregado a toda la información con que nos batallan día a día.
Recibiremos su opinión, su artículo y cuanto pueda ser de ayuda, para lograr el objetivo.
Espero lograr la complicidad de todos, para que nos sirva a todos.
Gracias.


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