Tengo la sensación que la traición y la utilización de las personas, están entrando en un túnel de redimensionamiento que no muy lejos de este tiempo, tendrá un desenlace oprobioso para el traidor y para quién –tal vez ansiándolo debida y honradamente- quedó apresado por la historia.
Por un lado, el verdadero, cruel, nefasto y devastador Presidente de la AFA que como un patrón de estancia del 1800, hace y deshace, si su hijo o su persona, no son parte del negocio.
Por el otro, nuestro querido Checho Batista, tan entusiasmado y reconocido como el mismísimo Diego, sin su carisma, pero también merecedor de un reconocimiento.
Y en un tercer lugar, por encima de los dos y soportando el dolor del uso indebido de su genial persona: Diego Armando Maradona.
Y quiero decirlo ahora, antes que los salvadores de la patria futbolera de siempre, hagan polvo al nuevo DT en momentos graves o de apuros.
Las complicaciones ya comenzaron para el nuevo técnico, una lista de jugadores le fue entregada para que los cite y “jueguen” en el próximo amistoso. Con lo cual, ya comenzó la degradación y se alcanzó a la nueva injuria. Tal lo quisieron hacer con Diego antes del partido con Uruguay, y el usado DT, los echó al carajo.
Sin embargo, hubo gestos de disimulación y de usos varios, y en el caso que citaré, ayudados por su gesto personal de denigración y sus vicios: Cherquis Vialo, mi gran decepción.
Ya dejó de ser el vocero de la selección, pero antes fue la cara visible de uno de los momentos más jodidos y vulgar.
Volvió a ser el ñoqui bien pago, tal lo era hasta antes de la llegada de Diego Maradona a la selección. ¿O alguien se acuerda de Vialo antes de Maradona?
La selección lleva el mismo camino de fracasos deportivos y de vejación de personas, que se repite como un karma desde la misma iniciación del futbol “profesionalizado”.
Y si nosotros, los hinchas, los que amamos el futbol como manifestación deportiva, pero también, como representación de nuestras formas, costumbres y usos, no atinamos a entender esto, jamás podremos analizar con empatía las performances de nuestro equipo y su entorno.
Diego Maradona, no llega por casualidad a la selección. Llega investido de salvador de las ropas de todo el futbol argentino, pero fundamentalmente de Grondona. Él y solo él, podía terminar el ciclo de fracasos con la indulgencia de los hinchas, porque si el fracaso llegaba, Gondona and hijo, presidentes de clubes y jugadores, irían a la hoguera sin más.
En cambio, si lograba zafar de la situación, sería un gesto más –léase milagro- del gran Diego, mientras que por otro lado, se ganaría la frase de: “La muñeca política y conocimientos del futbol argentino, hizo que Grondona hiciera el milagro de volver el futbol argentino, a los primeros lugares del mundo, chan chan”.
Pero, todo se complicó.
Diego logró que el equipo –con disfunciones reconocidas- funcionara y jugara hmmmm bien. Es más, después del segundo partido, ya era candidato. Y eso, era muy peligroso para Grondona y su hijo. Sabían que Diego iría por sus cabezas, si lograba el campeonato.
Fue entonces que Alemania les dio la mano que faltaba y que desesperadamente buscaban para concluir la canallada.
Resultó ser que los supuestos delitos –como suele ocurrir- se denunciaron después del regreso cuasi glorioso de la selección. Y aquí cabrían las preguntas del los millones ¿Si un integrante de aquel grupo de conducción estaba en la trampa, se esperó hasta el desbarranque para sacarlo y dar ejemplo de “honradez”? ¿Y si salían campeones?
Simple, aquí no pasó nada.
Por eso, hacer lo que hace Barcelona con Messi, es imposible. Barcelona está armada en derredor del negocio que es Messi. Mientras que la selección no puede prescindir de jugadores de categoría, calidad y coraje parecidos para mandarlos de peones de un solo jugador. Por eso somos lo que somos, le guste o no a Grondona y su hijo.
Nunca Messi será el mismo de Barcelona, porque los demás, no aceptaran ser peones, cuando pueden ser socios y algo más. No lo haríamos usted, ni yo, ni Grondona. Porque si fuera cierto lo contrario, explíqueme por que no ocurre en la conducción del futbol.
Y la verdad, con la conducción del futbol, no nos va muy bien.
El Checho. Mi estimado Checho, no tiene la misma foja de Diego, pero parece que sus propios fracasos le alcanzan para ameritarse la conducción.
Y él sabe que el destino debe ser de triunfos más que destacados, porque su suerte depende mucho que Messi sea el de Barcelona, pero también sabe que no será así y espera el milagro. Y no se confunda con lo de España. Un grupo cansado, recién bajado del avión, con un contrato publicitario cobrado antes y con una copa bajo el brazo, no es una medida creíble, como tampoco lo es, la goleada de Bolivia.
Ni usted, ni yo y mucho menos Grondona, deseamos que a Batista le vaya mal, pero digámoslo ahora y sentemos un precedente antes que salgan los salvadores del futbol a decir que esto se veía venir. Que tal vez sea así, pero siguen siendo tan chupa braguetas, que no lo dirán, hasta que el árbol esté caído.
Por último, tampoco nosotros hicimos nada para que no se consumara la gran canallada. Porque así como salimos a recibirlos, tendríamos que haber avanzado sobre las AFA, para que estos miserables supieran que con el futbol podemos tolerar que hagan cualquier cosa, pero con el Pelusa, no.
Pero… No salimos, no pagamos lo mucho que nos dio.
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