Y… Hay diferencias

El pueblo argentino, el que trabaja, produce y hace ganar mucho dinero, le dieron la posibilidad y ganó:

 Las calles nuevamente, porque el día del bicentenario, dio muestras claras y a gritos pelados, que el himno no se canta, se lo vive, se lo grita con el alma. Y fueron los pibes los que nos mostraron como se hacía, tal vez, porque nunca tuvieron otra opción que gritar –como cuando bebes- para ser escuchados y atendidos.

 Las banderas argentinas, porque durante varios días, cinco o seis –los mismos que les pusieron un crespón negro- se las llevaron para pedir ganar más, no para pedir ganar algo.

 La Plaza, porque durante muchos años fuimos a ese lugar a pedir por favor no dieran un mendrugo. En cambio hoy estamos allí para agradecer lo que nos dieron y las circunstancias del devenir, tan bueno o más, que el ya vivido.

 El coraje, porque la máquina de asustar se las terminamos de hacer pedazos definitivamente, saliendo a recibir al vecino que nos venía a censar. Convidarlos con un mate; y gracias al malvado Kirchner, tal vez, con un bizcocho o una factura.

 El justicialismo volvió a festejar la vida, como lo hizo siempre. Porque en medio de la muerte, seguimos siendo capaces de descubrir el futuro para cuidarlo.

 El justicialismo vuelve a tener un muerto querido, honrado e inolvidable.

 Ellos, siguen festejando la muerte como tradición incontrastable de su historia.

 Y se les cumplieron algunos deseos:

 A Lilita Carrió, nuestra presidente por fin, es viuda.

 A Biolcatti, porque para él, es lo mismo que maten a la yegua o que maten al perro. La cuestión es matar.

 A Casaretto, porque habrá uno menos que puede llegar a pedir la patria laica, el aborto legal y cuantas porquerías puedan hacer feliz a un pueblo.

 A Lanatta, porque se ganó un lugar en la cucha del perro de Biolcatti; y en los días de exposiciones rurales, tendrá su cocarda como se merece el verdadero cerdo fajado, no el blanquito que mostró para denostar.

 Los que no entienden lo que es el Justicialismo, sólo observen las diferencias y se darán cuenta que no es un partido político a lo que se enfrentan, son sentimientos traducidos en hechos sociales, nada más o nada menos, como más les guste.